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El reverso de la crisis.

Conferencia de Colette Soler, brindada en Barcelona el 23 de septiembre de 2013. 

Se cree que las crisis pasan, son apenas un momento, y luego las cosas se acomodan. Sin embargo las crisis son inherentes al desarrollo del capitalismo y son necesarias para que este sistema discursivo de fragmentación continúe su progreso.
Tomo una afirmación de Lacan en la Tercera. Se  pide al psicoanálisis hacer desaparecer el síntoma y lo real. ¿Qué quiere decir Lacan?

¿Lo real del capitalismo tiene una incidencia sobre lo real del psicoanálisis y viceversa? Es una pregunta sobre los reales. Poniendo la palabra real en plural. La palabra real tiene un sentido y refiere a algo, refiere a algo que está fuera de lo simbólico, o más bien fuera del sentido. Lo real es algo expulsado del sentido, según Lacan. Sobre algo expulsado del sentido, de lo simbólico y de lo imaginario, entonces no podemos decir nada de lo real por fuera de los otros registros; es casi una imposibilidad. Hablamos de algunos alcances, de algunos reales.
Lacan habla de un real propio de lo inconsciente y también hay un real propio del capitalismo.


Lo real del psicoanálisis.

El psicoanálisis tiene un problema con lo real. Porque el análisis opera con la palabra, el lenguaje y el discurso, y allí se pregunta qué hay de real en esta experiencia. Lacan produjo una fórmula para definir lo real propio del inconsciente, fórmula que designa el imposible de la proporción sexual. No hay proporción sexual que sea posible alcanzar en el campo del lenguaje o con el campo del lenguaje. 

El lenguaje no permite, no ordena, no manda a los dos goces correspondientes a los dos sexos. Esta es una definición del inconsciente, lo que allí no hay. Tenemos la idea que nos golpeamos en lo real, pero lo imposible de la relación sexual no es un golpe, es un imposible, Lacan dice que no es la impotencia, lo imposible se debe demostrar, demostrar la no proporción sexual. ¿Cómo en un análisis se puede demostrar un imposible? Porque es cierto que Lacan piensa que debe y tiene que demostrarse en todo análisis ese imposible. Es un problema interesante. Un análisis empujado hasta su término puede demostrar algo al respecto.

En el psicoanálisis hay otro real, más presente a nivel clínico. Algo que al menos funciona como real, que es el síntoma. El síntoma aparece en la entrada de un análisis como algo real, es algo que se experimenta pero imposible de soportar. Imposible de suprimir aparentemente, imposible de borrar y que resiste a las intenciones y a la voluntad del analizante. ¿Qué hacemos en un análisis para curar este imposible en la entrada? Desde Freud, vía asociación libre, intentamos dar sentido. Cambiamos este supuesto real con el sentido, este es el efecto terapéutico del análisis, que existe de manera asegurada. En todos los casos comunes a la literatura analítica, en los casos de Freud, el caso más claro es el Hombre de las ratas. Por el trabajo de desciframiento en nueve meses, el tiempo que se tarda en dar a luz, desaparece la obsesión de las ratas.

Lacan ha dicho que la causa del síntoma era la verdad, esto en un primer tiempo. Lo que el sujeto puede decir, desarrollar, respecto de sí mismo y su relación con el otro y el Otro. Hasta el 76 la causa del síntoma es la verdad para Lacan, efecto terapéutico producido por el sentido.

Pero como sabemos no basta con ello para hacer desaparecer la neurosis. El hombre de las ratas fue curado de su obsesión pero no de su neurosis. ¿Cuál es el resto sintomático que no se puede curar con el sentido? Es un imposible a reducir. ¿Cuál es la función de este resto? Percibimos que el síntoma no tiene solo la verdad como causa, debe haber otra causa del síntoma. Lacan intentó introducir esto clínicamente, por ejemplo en la tercera. Lacan: el sentido verdadero del síntoma lejos de ser la verdad, es lo real. Es una tesis compleja… pero se puede explicar. El sentido del síntoma es lo real, dice Lacan, lo real en tanto que se pone en objeción a la buena marcha de las cosas. ¿Qué es este sentido real? Hablamos de un segundo sentido del síntoma. Cuando hablamos del sentido del síntoma, con La tercera, vemos que hay un doble sentido, no desde el equívoco del simbólico e imaginario. Hablamos del sentido producido en la cadena significante y otro sentido producido en lo real que impide que la cosa marche. Son las cosa del amor sexuado, el lazo hombre – mujer que se encuentra obstaculizado, esto es un hecho de experiencia, y es lo real del inconsciente lo que obstaculiza ese lazo, el hecho de que no haya proporción sexual, entonces este real de la no proporción sexual es lo que hace que el síntoma subsista más allá de los efectos terapéuticos vía la operación de desciframiento por el sentido y la verdad. Es el inconsciente quien da el sentido real del síntoma, esto hace subsistir el síntoma más allá de los efectos terapéuticos.

Síntoma de goce que no hace unión, no hace proporción. Lo que subsiste como resto de la operación de la verdad en el análisis es el núcleo fundamental que llamamos síntoma, que es una modalidad de goce, propia a cada uno, siempre singular y que pertenece al registro del uno. El goce no hace lazo, el goce sintomático real no hace lazo. Entonces vemos que lo real del síntoma no es sólo a la entrada del análisis, es también a la salida, si bien no es el mismo, se mantiene al final del análisis. Para decirlo con otra fórmula: el síntoma es la única cosa que conserva un sentido en lo real, el efecto de sentido real, es lo que buscó Lacan. El efecto de sentido real es que un real da sentido a un otro real. Lo real de la no proporción sexual da sentido a lo real del síntoma, que se mantiene como uno de goce. Lo llamamos real a ese uno de goce, porque no tiene sentido. Se fija contingentemente, traumáticamente, por lo general, pero es del uno fuera de sentido. Otra manera de decirlo, en forma más habitual es cuando Lacan dice que el síntoma es una suplencia, es un real que suple a la falta de la proporción sexual.

Lacan dice que se pide al análisis desaparecer a lo real y al síntoma. Pero no se puede pedir al análisis desaparecer lo real del inconsciente, no se puede borrar el inconsciente. Hacer desaparecer el síntoma se pide pero no se puede lograr totalmente, sino parcialmente. Introduzco otro real para volver a Lacan.


Lo real del capitalismo.

Se espera del psicoanálisis, se pide a él, obstaculizar lo real del capitalismo, incluso obstaculizar el síntoma mayor en el capitalismo. ¿Cuál es el real del capitalismo? Busqué una fórmula para hablar de lo real del capitalismo. Creo que Lacan produjo una fórmula para acercarse a lo real del capitalismo. Lacan dice que en el capitalismo cada individuo es un proletario, no en el sentido de Marx, un proletario en un sentido que Lacan define como un individuo que no tiene nada para hacer lazo social, es su definición del cuerpo individual en el capitalismo: No tener nada para hacer lazo social. 

¿Qué sería necesario tener para no ser un cuerpo proletario? Lo que hace lazo social en el capitalismo, lazo en forma discursiva, es siempre un semblante.
Para Lacan el lazo social es un orden entre los individuos, con un semblante que ordena dicha relación. Un lazo social no es cualquier conexión al semejante, es una relación ordenada. Es lo que implica una disparidad en el corazón del lazo social. Con cada individuo sin el recurso del semblante, eso sucede en el capitalismo. 





El capitalismo no procura semblantes, no es que no los haya, pero el capitalismo en sí mismo no es productor de semblantes que hagan lazo social, entonces me permito introducir la fórmula de lo real del capitalismo, haciendo una homología con lo real del psicoanálisis: “No hay lazo social generado por el capitalismo” (fórmula). El capitalismo no enlaza los cuerpos proletarios entre ellos, enlaza solamente cada cuerpo individual con los objetos de la producción capitalista, de diferentes maneras por supuesto, pero establece solamente el lazo del sujeto con los objetos del goce del capitalismo, pequeño a, como lo escribe Lacan. 

Lacan no comparte la lectura que Marx hace del capitalismo. En radiofonía se ve esta otra lectura que Lacan hace del capitalismo. Luego propone la escritura del discurso capitalista que en sí y como tal no es un discurso ya que no enlaza, no hace lazo social. Esto se encuentra en el texto La tercera: todos proletarios, esa es la idea de Lacan. Todos proletarios sin distinción, sin saber. Sin saber de qué lado se ubica cada uno, del lado del poseer o de los desposeídos, igualdad al nivel de la falta del lazo social generada en el capitalismo. Esto toca tanto al capitalista como al proletario en términos de Marx. Por eso Lacan dice todos proletarios, casi irónicamente, porque todos aspiramos a la igualdad, a la justicia de la igualdad, y hay una igualdad realizada ya, dice Lacan, pero no es la igualdad que todos anhelan, es la igualdad del capitalismo, todos proletarios.

Esta igualdad implica que todos quedan en un lugar parecido en la causa del deseo. En el capitalismo hay una sola causa del deseo (causa de toda una economía y de sus actores) es la plusvalía. Cada sujeto, en tanto sujeto del capitalismo, refiere a la plusvalía –como causa de deseo- o bien para acumularla, si es un capitalista o bien para recuperarla si es un proletario. Es lo que decimos una causa única del deseo en la organización capitalista. Por eso Lacan no compartiría lo que ahora se dice, que vivimos en una civilización del goce. La plusvalía como causa del deseo en el régimen capitalista es equivalente a lo que Lacan llamó la sed de la falta de goce. Expresión que implica una paradoja, porque sed es una fórmula pulsional, un empuje pulsional, pulsión oral decimos. El empuje pulsional apunta siempre a obtener un goce, sin embargo en el capitalismo apunta a una falta de goce, paradoja entonces.      

¿Cómo el psicoanálisis podría ir en contra del no hay lazo social del capitalismo y del síntoma “todos proletarios”?
Sería una locura pensar que el psicoanálisis podría mover algo del capitalismo. Lacan lo sostiene, sin locura. Habla de la salida del discurso capitalista vía el psicoanálisis (lo dice en Televisión). El psicoanálisis puede cambiar a los seres, al uno por uno, pero no de la suma de la economía, de las finanzas, etc.

Quizá entrar en un análisis es salir del capitalismo, cuando uno entra en análisis entra en un lazo social, entre analista y analizante. Eso es diferente al capitalismo donde no hay lazo social. El analista está bien fijado a ese lazo social para el analizante. La entrada en el proceso analítico, ya corrige algo de su estatuto de proletario capitalista. El psicoanálisis en sí mismo es una compensación del síntoma social del capitalismo, un pequeño antídoto. Pero hay que ver que el psicoanálisis tiene su razón de ser, una parte de su razón de ser en el capitalismo, le gusta ser el revés. El psicoanálisis apareció en la historia después de un siglo de capitalismo. Esto lo debemos tomar enserio porque implica algunas consecuencias. Permite pensar que no nos debemos preocupar demasiado con la idea de la desaparición del psicoanálisis. La existencia del capitalismo deja toda una esperanza por el psicoanálisis. Lacan dice irónicamente, si el psicoanálisis lograba curarnos de lo real del síntoma del capitalismo, el psicoanálisis perdería su razón de ser en la civilización. Tiene otra razón de ser que surge del estatuto de la no proporción sexual.

Cuando Freud habla del malestar, piensa en el malestar sexual. Lacan toma en cuenta, más que Freud, el malestar de la sexualidad que se funda en la no relación sexual. Producido por el capitalismo ese malestar se duplica.

El síntoma capitalista, si se lo tiene en cuenta, permite aclarar lo que decimos sobre las finalidades internas del psicoanálisis. Sabemos que los psicoanalistas se orientan con la enseñanza de Lacan y de Freud, insisten mucho sobre el final del análisis. Parece una necesidad hablar, demostrar, que el psicoanálisis no es un proceso infinito, sino que tiene un final. Desde Lacan debemos precisar qué es un final de análisis, qué es un analizado. Hay una inquietud sobre los análisis demasiado largos.
Pero podemos mover nuestra manera de entender esto. Si el psicoanálisis es un lazo social, en un tiempo en el que los lazos sociales son amenazados, precarios e incluso faltantes, ¿por qué sería necesario cortar un lazo social posible? Además un lazo social pacífico, como lo es el analítico, más pacífico que otros lazos sociales como el del amo. En el psicoanálisis, incluso si hay angustia y sufrimiento en el análisis, es un lazo suave, pacífico. Entonces, ¿por qué pensar un final obligatorio? Además los que han terminando un análisis… se quedan en el análisis, cambiando de sitio, claro, ya no como analizantes pero si como analistas. Entonces la exigencia del final no es una exigencia de una salida del psicoanálisis, en cambio, si exigir la salida del capitalismo porque permite restablecer los lazos sociales.

El psicoanálisis incide en el capitalismo, porque el análisis puede producir un nuevo estado del sujeto, un estado que le permite soportar el estatuto proletario que establece el capitalismo. Aquí el psicoanálisis ofrece superioridad por sobre otras ofertas terapéuticas. No hay otra terapéutica que ofrezca un estado así. Las otras terapias ofrecen una oferta de curar el impasse de la no proporción sexual; usando las normas y los semblantes, y entonces todas esas psicoterapias hacen entrar a un lazo social amo. Esto es lo que hizo enfrentar a Lacan con la IPA. Lacan estableció que lo que manda es la causa del deseo y no volver a un discurso del amo, cosa que hacía la IPA, cuando hablaba de la identificación entre analistas, u operar desde el significante amo.

Ahora las psicoterapias diversas, tan variadas, continúan promoviendo el lazo del discurso del amo. 

Al contrario, el psicoanálisis no debe operar nunca con las normas, cualesquiera sean. El análisis tiene la particularidad de funcionar con algo especial, que no se encuentra en el discurso del amo, que es el deseo de saber, el agente es el deseo de saber, la aceptación de superar el no querer saber, lo que Freud encontró con el descubrimiento del inconsciente. Lacan ha producido las fórmulas para demostrar el impasse sexual del hablante: hay del uno, y nada más. Cada uno es uno solo. Nos puede parecer terrible, podríamos preguntarnos si el psicoanálisis no reduplica los desastres del capitalismo, el cada uno proletario, y el análisis tras años de esfuerzo empuja a saber qué hay del uno solo. 

Desgracia capitalista con la desgracia del ser hablante. Pero la mal-dicción sobre el sexo no proviene de la civilización, el capitalismo no disimula con semblantes el uno solo del individuo. Los discursos amos de antes siempre construían suplencia, a través de semblantes, de ese impasse sexual. La maldición sobre el sexo es un efecto estructural producido por el lenguaje, y no por la civilización.
Podemos decir que produciendo un nuevo estado del sujeto, produciendo un sujeto que asume lo real, lo imposible del sexo, es lo que produce el psicoanálisis, el sujeto explora eso en análisis y finalmente lo asume. Identificarse a su síntoma, a su soledad de goce, solitaria, que lo separa de los demás. Pero un sujeto que acepta este real, es un sujeto más armado para enfrentar la vida, los accidentes de la vida y los trastornos que construye el estado del capitalismo.

   

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